Un navegante no le tiene miedo a lo desconocido, todo lo contrario: dirige su trayecto hacia aquello por conocer. La curiosidad lo mueve, la aventura lo llama, lo incierto define su camino. Un navegante sabe que el viaje puede ser tan transformador como el destino. Y que lo que sea que encuentre allá adonde llegue será algo que regrese con él, a su casa, a su familia.
«Cocina sin fronteras»